¡Con la iglesia hemos topado!, podrían decirle a la profesora Elba Esther Gordillo sus subordinados

Comentaristas – Miércoles, 23 de Febrero de 2011 (00:10 hrs)

altLuis Soto

Sindicatos chantajistas

¡Con la iglesia hemos topado!, podrían decirle a la profesora Elba Esther Gordillo sus “achichincles”, después de leer algunas opiniones que expresó el fin de semana pasado la Arquidiócesis Primada de México, que dirige Norberto Rivera Carrera.

Sin llamarla por su nombre, pero mencionando sus apellidos (Sindicato de la Educación), Norberto y/o sus escribanos arremetieron contra los dirigentes sindicales, incluidos los vitalicios, a quienes calificaron de corruptos, cínicos, dictadores y otros calificativos horribles, horribles. Carlos, Joaquín, Martincito, Joel, Napito y otros “finísimos” dirigentes sindicales son corruptos.

Ya encarrerados, los susodichos escribanos documentan: “La mayoría de nuestros sindicatos están manejados por dirigentes vitalicios que, gracias a sus alianzas políticas, son intocables y, gracias a sus movimientos corruptos, se enriquecen escandalosamente, convirtiéndose inexplicablemente en dueños de fortunas que rayan en la obscenidad. La corrupción y el cinismo en todo su esplendor. Los sindicatos se han convertido en negocios privados y no en estructuras sociales. Es difícil ubicar cuál de estos sindicatos mexicanos se ha convertido en el más nocivo; no hay hacia dónde voltear. Sin embargo, no podemos dejar de señalar —porque afecta lo más delicado de nuestra nación: los niños y los adolescentes— al sindicato de la educación. No hablamos de los miles y miles de maestros dedicados ejemplarmente y con esmero a su trabajo diario, formando a los mexicanos, sino al grupo de sindicalistas y su dirigencia nacional, que constantemente ponen en riesgo nuestro futuro con presiones al gobierno y a la sociedad, sin ningún sentido ni en cuanto a demandas laborales legítimas, ni mucho menos en cuanto a la calidad de la educación. Lo único que manejan son sus intereses políticos y las ventajas económicas de los líderes.”
¡Me ve usted como un demonio, cardenal; qué ya nos llevamos así!, podría responderle la “maestra de la maldad”.
Lo que yo observo, respetable señora, parece responderle Norberto Rivera en el texto titulado “Los sindicatos y la corrupción”, es que cuando nos acercamos a la situación de estas organizaciones, “nos encontramos en un territorio marcado por la corrupción, donde los líderes se convierten en verdaderos dictadores al interior de los mismos, dueños absolutos de esas estructuras y beneficiarios de sus recursos económicos. En el sindicalismo mexicano, viciado desde los esquemas políticos de antaño, también encontramos el corporativismo partidista que convierte a los agremiados en botines electorales muy cotizados y a los líderes sindicales en aliados o en enemigos políticos de determinados grupos o partidos. La corrupción aumenta y la finalidad de los sindicatos se pervierte”. ¡Y ni cómo revirarle!, podrían exclamar los “achichincles” de Elbita.
Finalmente, el texto de la Arquidiócesis (o sea el del cardenal Rivera) recomienda a los gobiernos: “No deberían someterse a los constantes chantajes de los sindicatos sino propugnar porque realmente se viva una democracia al interior de los mismos y se cumpla con el objetivo social para el que fueron creados, pues un país con este tipo de líderes sindicales y con estos sindicatos corruptos poco puede avanzar hacia un futuro mejor.” ¡Ya la descalzonaron, maestra!, gritan los malosos.
Afortunadamente, la maestra Elba Esther no es devota de San Juan Diego —que es el santo favorito de Norberto Rivera—, sino de San Judas Tadeo, que como es el santo de las causas desesperadas, algo se le ocurrirá para ayudar a su fiel seguidora para que salga de los apuros en que está metida, afirman los biógrafos de Elbita. Y no será la primera vez que el santo patrono de Elba Esther Gordillo haga un milagrito para que la dueña de los maestros salga adelante y pueda gritar como lo ha hecho desde hace 30 años: “¡Nos volvieron a hacer los mandados!”, agregan aquéllos.

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