Universidad pública mexicana ¿hacia dónde?

Por Guillermo Nares Rodríguez. Miércoles, 14 de Marzo de 2012 | 07:07

Guillermo Nares RodríguezEl nuevo milenio, acompañado de la hegemonía del orden neoliberal, impuso dinámicas aceleradas, omniabarcantes, uniformes, totalizadoras de la vida humana. El rostro globalizador que adquirió el nuevo orden económico atravesó transversalmente la sociedad. Suprimió valores, actitudes, costumbres, prácticas, relaciones. Todas ellas sustentadas en formas de interacción que privilegiaron lo social por sobre la centralidad que ocupó el individuo una vez vuelto dominante el renovado pensamiento liberal.

En nuestro país, el reino del individuo se hizo presente a partir de la reforma constitucional implementada por el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado. La intención fue reorientar la función social estatal, desinstaurando las ruinas de lo que quedaba del estado de bienestar, restringiendo al mínimo los alcances en política social.

Si para el viejo régimen la educación pública condensaba uno de los postulados en política social, la década de los ochentas inicia un largo camino regresivo.

El siguiente sexenio se desenvolvió bajo la misma dinámica. Sacrificó la viabilidad de la educación pública. Disminuyó recursos a la enseñanza universitaria para implementar el asistencialista Programa Nacional de Solidaridad. Los resultados del gobierno de Carlos Salinas no pudieron ser más desalentadores, la pobreza no disminuyó y el sistema de educación pública superior enfrentó una severa crisis financiera que puso al borde del desastre la enseñanza universitaria. La matrícula en educación superior no solo se estancó, descendió de manera dramática.

Para finales de los noventas, los diferentes modelos de universidad (tanto los tradicionales como los así mismo denominados alternativos), prohijados al amparo de la autonomía, la libertad de pensamiento y crítica fueron hechos a un lado. Los modelos de Universidad-Nacionalista ("Por mi raza hablará el espíritu"), Universidad-Pueblo y Universidad Crítica, Democrática y Popular, amén de las distorsiones y excesos en la implementación de ellos, fueron barridos como plataformas de futuro para la educación superior en nuestro país.

El sexenio de Ernesto Zedillo profundizó en el claustro la sabia neoliberal. El estado mexicano, por la vía financiera, se hizo del control de la vida universitaria. El neoliberalismo aniquiló las bases económicas de la autonomía universitaria en el país. Ordenó apego a criterios de racionalidad en el presupuesto universitario sin las exigencias de transparencia del mismo. Continuó limitando el ingreso a la universidad pública sin considerar opciones alternativas para los jóvenes rechazados y precarizó el salario universitario a niveles de inframundo, condenado el futuro de la ciencia y la tecnología en el país. No está demás reiterar que esta política ha continuado en los últimos dos sexenios.

Los saldos no son nada alentadores. Actualmente naciones con un producto interno bruto igual e incluso menor que el mexicano, conservan una matrícula más alta que nuestro sistema de educación superior. Argentina mantiene una cobertura de 68% y Chile de 55%. México, atendiendo cifras oficiales, alcanza solo el 30%. La proyección, en un escenario realista es que alcanzaremos dichos índices solo hasta el 2030. No antes. Destruyeron nuestra plataforma de progreso. Contra lo que pudiera pensarse y contrario al espíritu de crítica populista que dominó el debate en la universidad de los noventas, la recomendación de organismos internacionales como la OCDE, es que en México es prioritario, estratégico, elevar la matrícula en educación superior.

Los resultados en el proceso de enseñanza-aprendizaje e investigación tampoco son alentadores. La invención de indicadores de cantidad por sobre los de calidad han dado pie a realidades académicas plagadas de simulación en docencia y en investigación. Así por ejemplo, la carga en docencia recae en profesores hora-clase. Es una condición del sistema educativo nacional. Los profesores de tiempo completo, por lo general dedican gran parte de su tiempo a construir evidencias que les permitan acceder a un conjunto de estímulos que premian cantidad y no calidad.

La vinculación de la educación superior es otra de las ficciones. El sector público, el privado, mucho menos el social, no observan las potencialidades de la universidad pública, con todo y la impronta de carácter neoliberal.

Acaso lo que tenemos es una especie de calca que ha tratado de adecuarse al contexto con grandes limitaciones.

¿Qué elementos debemos considerar? En principio hay que revalorar el trabajo del docente en la perspectiva de las actividades colegiadas. Han desaparecido de nuestro entorno las actividades que involucren comunidades. Es notorio que el individualismo tiene límites. ¿Cómo generar conocimiento si este requiere de interlocución? Ahí donde más de dos miembros de la comunidad académica interactúan, ahí hay conocimiento. Lo que hoy tenemos es docencia circunscrita a las actividades de un individuo en el aula, al cual se le denomina facilitador. Se Aleja del proceso mismo de conocimiento toda posibilidad de inventiva derivada del intercambio académico colectivo.

Se requiere actualizar la relación entre investigación y divulgación. El claustro universitario adolece de una política editorial. La circulación de libros y revistas de las distintas universidades en el país se limita a sus áreas geográficas. Parece que a las burocracias universitarias no les interesa difundir lo que su comunidad realiza. Una política de difusión con criterios de calidad permitiría incluso elevar el contenido de las publicaciones. Es cierto, aunque no todo lo que producen las universidades merece ser publicado, es la circulación lo que tendría que servir para separar el grano de la paja.

En suma la reinvención de la universidad debe ocurrir sobre la recuperación de los espacios de la discusión colectiva, que involucre a la comunidad. De recuperación de la vida colegiada. Conceptos casi proscritos del orden universitario dominante, pero imprescindibles para el futuro universitario en México.

gnares301@hotmail.com

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